The Palm Jumeirah


Una palmera en el mar

La costa alargada artificialmente se introduce en el mar. Estamos en el tronco de La Palmera, el increíble proyecto que, en sus inicios, debió parecer el sueño de un loco. Todavía cuesta creer que esta idea se haya hecho realidad, pero aquí está la fantástica isla y aquí estamos nosotros, recorriéndola. El dinero y la tenacidad han hecho emerger una isla artifical desde el fondo del océano. Antes de venir he visto un interesantísimo e imprescindible documental de National Geographic sobre su construcción. IMPRESIONANTE.
Por el centro del tronco va el monorraíl, a los lados, dos autopistas paralelas flanqueadas por bloques de edficios del mismo color amarillento de los típicos edificios antiguos. De la copa de la palmera salen las ramas a ambos lados. Es la zona de villas. Cada rama es una carretera con lujosos chalets a derecha e izquierda, con jardín y playa privadas. Las que alcanzamos a ver a nuestro paso conservan también la arquitectura tradicional, con las típicas torres de viento cuadradas como ornamento.


Edificios en Palm Jumeirah, Dubai

De las últimas ramas, en lo alto de la copa, hay un salto de agua hasta el rompeolas, el círculo que rodea a la palmera para protegerla. El monorraíl lo atraviesa por encima. Las autopistas lo salvan bajo el mar, por un túnel. Al fondo vemos el enorme y característico arco del hotel Atlantis, el hotel surgido del fondo del mar.
El autobús nos deja en la parte de atrás del hotel, la que se enfrenta al mar abierto. Cruzamos la carretera hasta la última barrera que nos protege, una mole de toneladas y toneladas de pesadas rocas de varios metros de anchura encajadas unas en otras. Más allá, sólo mar, sólo aguas libres del Golfo Pérsico.


Golfo Pérsico desde Palm Jumeirah, Dubai

A nuestras espaldas, el impresionante hotel de más de 1.500 habitaciones enclavado en un sitio tan increíble y especial, con ese arco inconfundible. Entramos en los jardines buscando el vestíbulo, la zona de recepción. Aquí la entrada es libre. Las puertas abiertas decoradas con enormes peces y caballitos de mar, además de otros motivos marinos, nos dan la bienvenida.


Entrada a Hotel Atlantis, Dubai

Entrar en el vestíbulo del Atlantis me provoca una extraña sensación, más aquí que en ningún otro sitio se manifiesta la conexión con el fondo marino del que, en cierta manera, ha brotado, como una Atlántida a la inversa. El alto techo se une al suelo con columnas blancas que tienen criaturas marinas en su base. En el centro, una extraña fuente me sugiere de nuevo la unión del fondo del oceáno, en fríos tonos azules, con la superficie dorada por el sol. Es una escultura de casi 10 metros de altura compuesta por más de 3.000 piezas de cristal.


Vesíbulo del Hotel Atlantis, Dubai

Otras fuentes a los lados del gran vestíbulo presentan ostras gigantes con su correspondiente perla en el centro. La mezcla de imágenes y colores junto con el sonido del agua al correr en las fuentes forman un ambiente agradable y extraño, especial.
Una galería de tiendas de lujo, decorada con la misma temática nos lleva hacia las profundidades. Al fondo, un azul intenso e hipnótico nos atrae.


Hotel Atlantis, Dubai

Se trata de un fantástico acuario, con más de 60.000 peces de todos los rincones del mundo. Una pasada. Además de algunas zonas desde donde podemos contemplarlo, es visible también desde el restaurante Ossiano, del español Santi Santamaría, y desde unas pocas habitaciones privilegiadas.
En este hotel está también Aquaventure, el mayor parte acuático de Oriente Medio, con infinidad de recursos para la diversión. Casualmente llegamos a la entrada buscando el acceso al monorraíl para volver a tierra firme. Y también por azar, en esa búsqueda, damos con la heladería. Además de que los helados están buenísimos y pueden adaptarse al gusto de cada uno con diferentes ingredientes, los camareros montan un divertido show al prepararlos, con malabarismos y lanzamiento de bolas de helado a distancia. Imperdonable dejar de probarlos.


Heladería en el Hotel Atlantis, Dubai

Pronto damos con el acceso al monorraíl, que funciona de 10:00 a 22:00. El precio de un único viaje es de 15 AED (unos 3 euros), mientras que el de ida y vuelta cuesta 25 AED.
Ya se ha hecho de noche y desde el vagón, con las luces encendidas reflejándose en los cristales, apenas se ve nada del exterior. Pegadita al cristal, a duras penas consigo captar una mala imagen del Atlantis iluminado.


Hotel Atlantis desde el monorrail, Dubai

Nos bajamos en la última estación del monorraíl. Como las de metro, también ésta está limpísima, muy nueva y cuidada. En el piso más bajo del edificio un vigilante nos acompaña mientras llega el taxi que nos ha pedido para llevarnos al hotel. Tenemos que esperar un rato, ya que tenemos otras personas delante.
En el hotel tenemos varios restaurantes de diferentes estilos donde cenar. Nos decidimos por uno de pescado, el Fish Market. Como en el Mahi Mahi del Wafi Mall el primer día, elegimos el pescado o marisco crudo expuesto tipo pescadería y la forma de prepararlo.
Ahora que la temperatura ha bajado unos grados, aunque la noche sigue siendo muy cálida, desde la terraza de la habitación es muy agradable ver pasar por el Creek los barcos-restaurante iluminados. Las embarcaciones de comercio, tan activas durante el día, dejan sitio y calma ahora para estos minicruceros que incluyen cena y/o espectáculos.


Creek de noche, Dubai


Mañana seguiremos conociendo esta ciudad, empezando por El Zoco de las Especias.



Más fotos del Hotel Atlantis:

Arco exteriorFuente en hallPlaya privadaSalónAcuario



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