Gran Mezquita Sheikh Zayed


Belleza en mármol

A la entrada de Abu Dhabi la vemos a lo lejos, a mano izquierda. Sus 4 esbeltos minaretes de más de 100 metros cada uno y sus innumerables cúpulas blancas (57 en total) la hacen inconfundible. Con las prisas y los nervios por llegar a tiempo, tomamos una desviación equivocada y damos varias vueltas hasta poder regresar a nuestro destino. Finalmente conseguimos llegar a los pies del edificio.


Aunque resignados a haber perdido la ocasión, subimos la escalinata intentando acercarnos lo más posible a ver si todavía podemos ver algo desde el exterior y con la vaguísima esperanza de poder entrar. El edificio no está cerrado. No hay una puerta que permita aislar el recinto. Al contrario, además del gran arco de entrada, hay otros muchos que invitan a pasar al interior. Junto a ellos, los chorros de las fuentes se elevan danzarines dando un toque de frescor al caluroso mediodía.


El vigilante de la puerta nos saluda amablemente y a mi pregunta de si podemos entrar, nos responde afirmativamente. Afortunadamente o bien el horario ha cambiado o la información que yo había conseguido era errónea. Las mujeres que vestimos ropa occidental, sea ésta la que sea, tenemos que ponernos la típica indumentaria de la mujer emiratí (la abaya y el velo negros) encima. La túnica que me ofrecen, así como el velo, está impecablemente limpia y nueva. De hecho, la sacan extendida de una bolsa de plástico con aspecto de venir directamente de la tintorería.


El tamaño de la mezquita es impresionante. No cuesta creer que estamos en una de las más grandes del mundo. La tercera, según algunas fuentes, y la sexta según otras, con capacidad para 40.000 personas. Traspasamos el enorme arco de entrada y llegamos a un inmenso patio revestido con mármol blanco rodeado por los 4 lados por arcos y columnas. Son más de mil las blanquísimas columnas adornadas con un colorido diseño floral realizado a mano por incrustación de piedras semipreciosas. Los capiteles no sólo son dorados, sino realizados con láminas de oro a modo de hojas arracimadas.
Los diseños florales se extienden por el suelo también, contrastando con el blanquísimo (y caliente) suelo.
En lo alto, un hombre subido en una escalera limpia una de las cúpulas principales. Tenerlo ahí como referencia nos permite hacernos una idea más real de las dimensiones exageradas de este riquísimo monumento.
Antes de pasar al interior, tenemos que descalzarnos. Dejamos los zapatos en el patio y entramos a una primera sala también blanca donde las ramas y flores del suelo trepan ahora por las paredes en relieve.


El techo alrededor de la cúpula, y también ésta, están llenas de grafismos e inscripciones. Del centro cuelga una elegante lámpara en tonos blancos y azules. La riqueza de los materiales y el buen gusto se han combinado para crear esta antesala de lujo que no es sino un aperitivo de lo que nos espera tras la puerta que da acceso a la principal sala de oración.
En esta inmensa sala principal es difícil decidir dónde poner la mirada porque todo es magnífico pero destacan, además del tamaño, la impresionante alfombra iraní y la lámpara de la cúpula central.


La alfombra iraní, donde los pies descalzos se hunden en el suave mullido, es la más grande del mundo, con más de 5.000 metros cuadrados, 47 toneladas y más de 2 millones de nudos de lana. Hasta su terminación trabajaron en ella alrededor de mil personas durante dos años. Está formada por 15 partes unidas a mano.
También es la más grande del mundo la lámpara de araña fabricada en Alemania por la empresa Swarovski en oro, plata, cobre y cristal, de 15 metros de altura y 10 de diámetro. Algo más pequeñas son las dos lámparas laterales, muy similares a la principal.
En las paredes están escritos los 99 nombres de Alá.
Las columnas de esta sala enorme están decoradas con incrustaciones de nácar y otros valiosos materiales. A pesar del intenso calor exterior, el potente sistema de aire acondicionado nos permite disfrutar aquí de un agradable frescor.
En uno de los laterales pasamos a otra sala de oración, más pequeña y sencilla, donde algunos fieles rezan sus oraciones.


Esta es una de las pocas mezquitas en los Emiratos Árabes que permiten la entrada a los no musulmanes. Me alegra que sea así y haber podido disfrutar de esta maravilla.
Antes de salir devuelvo la abaya y el velo, que van directos a un cesto de ropa usada y, curiosa, pregunto por los baños. Los baños de los hombres están en el extremo opuesto de los de las mujeres, en una planta inferior a la que se accede por unas escaleras mecánicas.
Junto a los servicios está la sala de abluciones a la que no me atrevo a acceder por respeto a las mujeres musulmanas que puedan estar usándola en ese momento.
Esta zona también está decorada con mimo, y estudidada al detalle. Da gusto que todo esté tan limpio y brillante.




Siguiente visita: Hotel Emirates Palace


Más fotos de la Gran Mezquita Sheikh Zayed:

Arco de entradaColumnasIncrustaciones
PatioHombre limpiando cúpulaInterior de cúpula
LámparaRelieves en paredPuerta
Gran lámpara en sala principalGran alfombra iraníDetalle de pared y columnas
Columnas con incrustaciones de nácarOrnamentación en pared


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