Emirates Palace


El hotel de las mil y una noches

Dejamos la preciosa mezquita atrás y nos dirigimos hacia el centro de Abu Dhabi. La entrada a la ciudad es un mar de rascacielos de cristal y acero. El tráfico es muy intenso. En el camino hacia el hotel Emirates Palace pasamos junto a un Mall y como ya se ha hecho hora de comer, entramos. No tiene nada que ver con los que hemos visitado en Dubai. Éste es mucho más pequeño y sencillo, muy parecido a muchos que podemos encontrar en España.
En la zona de cafeterías comemos en un italiano de comida rápida. No podemos entretenernos mucho porque a las 16:00 tenemos contratada la visita guiada al hotel y todavía tenemos que llegar hasta allí.
Después de comer, el tráfico parece algo más ligero. Hemos debido pillar una hora punta antes. Guiados por el GPS, llegamos sin problemas y puntuales al hotel. Fue construido por el gobierno de Abu Dhabi y actualmente está gestionado por la cadena Kempinski.
Con nuestra reserva de la visita el guardia que vigila la entrada nos deja acceder al recinto sin problemas. En recepción nos dan la bienvenida y amablemente nos piden que esperemos unos minutos hasta que llegue el guía y el resto del grupo. Mientras tanto aprovechamos para curiosear un poco por el vestíbulo. Impresiona situarse bajo la cúpula principal del hotel más caro jamás construido hasta la fecha. En algún sitio leí que aquí todo lo que parece de oro, ES de oro.


¿Preparados para admirar un buen exponente de lujo asiático?
Pronto llega el guía, un sirio muy simpático. De los 6 restantes miembros del grupo 4 son españoles, valencianos, con los que cambiamos divertidas impresiones sobre el país y la visita. Dos de ellos son una pareja que está trabajando temporalmente en Dubai. La madre y la prima han ido unos días a visitarles.
El guía habla en inglés pero no resulta difícil entenderle. Además, las imágenes valen más que las palabras y lo que nos va a ir mostrando se explica por sí solo.
Bajo la cúpula principal, las habitaciones se disponen alrededor de una terraza circular que se repite en varios pisos.
Subimos en uno de los ascensores privados para visitar una de las suites. Como en la Gran Mezquita, cuando me siento tan rodeada de cosas bellas, quiero abarcarlo todo y no es fácil, porque son muchos los detalles en los que fijarse y las riquezas a apreciar. Las barandillas, las lámparas, las alfombras, los revestimientos de las paredes, de los adornos… crean un agradable y elegante ambiente en tonos dorados y ocres.
El suelo bajo la cúpula, en la entrada, dibuja el espacio en los mismos tonos.
Bueno, ya estamos en una de las suites. Primero visitamos el salón de invitados, junto al que se encuentra una pequeña cocina.


Luego pasamos al baño de invitados. A continuación, el comedor, con una amplia mesa preparada para 10 personas.
Seguidamente vamos al dormitorio principal de la suite, decorado en azul pastel, con su zona de descanso de sofás y chaise longe, el escritorio y la cama. Desde éste se accede al vestidor, de armarios con puertas de cristal, al tocador y al enorme baño. ¿A quién no le hace falta una barandilla de plata para llegar a la bañera?


La habitación tiene acceso a una terraza privada con vistas al jardín del hotel.
Visitamos otro de las habitaciones de la suite, ésta decorada en amarillo pálido, con cama de matrimonio, zona de descanso y pequeño comedor. También ésta tiene acceso a terraza privada, a la que ahora sí salimos. Justo enfrente tenemos 4 impresionantes rascacielos en obras.
A lo lejos divisamos la Corniche, el paseo marítimo.
Terminada la visita a la suite, continuamos nuestro recorrido por el hotel, ahora por las zonas comunes. Dejamos atrás escaleras y pasillos sin dejar de admirar la elegante decoración y su riqueza. En el majestuoso salón de baile, con capacidad para 2.400 invitados, están de preparativos para un acto y no podemos entrar. Tenemos que conformarnos con verlo desde la puerta.
En uno de los pasillos nos llaman la atención las palmeras que lo flanquean, pues parecen naturales. El guía nos explica que son artificiales pero realizadas, efectivamente, con materiales naturales.
Llegamos después al suntuoso salón de actos donde nos sentamos unos minutos a descansar en las confortables butacas.


Desde una de las terrazas podemos ver la playa privada del hotel. El guía nos explica que la arena es especial traida de algún otro país que ya olvidé, con la rara propiedad de no pegarse a la piel. Por último, antes de marchar, no podemos dejar de acercarnos hasta el cajero automático de lingotes de oro situado en el vestíbulo. Éste es es primer cajero de este tipo aunque no el único ya que después se han ido instalando en otros hoteles de lujo del mundo.
Terminada la visita, nos despedimos del guía y del resto del grupo y, antes de ir al parking a recoger nuestro coche, salimos al exterior para ver la majestuosa fachada del hotel. Empieza a anochecer y ya la han iluminado. Bonito, ¿no?


Salimos del recinto del hotel y nos ponemos en marcha hacia Al Ain, la ciudad de los siete oasis. Tenemos por delante unos 150 kms de autopista perfectamente iluminada. Dubai, Abu Dhabi y Al Ain forman un triángulo más o menos equilátero. Las dos primeras en la costa, la última en el interior del emirato de Abu Dhabi.
Cuando llegamos al InterContinental Al Ain Resort es noche cerrada y aunque nuestra habitación no es la suite del Emirates Palace que hemos visitado, es fresca, limpia y acogedora. Más tarde tendremos ocasión de descansar en ella cómodamente, pero antes bajamos a cenar a uno de los 5 o 6 restaurantes que tiene el hotel. A elegir entre varios estilos de cocina, nos decantamos de nuevo por un italiano, aunque la comida está más elaborada esta vez y podemos disfrutarla sin prisas, poniéndole la guinda (o el physalis) al día con un riquísimo tiramisú.



Próxima visita: Al Ain



Más fotos del Hotel Emirates Palace:

Tráfico en Abu DhabiPisosBajo la cúpulaVestidorBaño suite
Baño suiteDormitorio principalComedorSalón suiteCorniche
CorredorPlaya privadaCajero de lingotes de oroRecepción

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