Olot

La capital de La Garrotxa

Dejamos atrás El Ripollés rumbo a La Garrotxa, tierra de volcanes y de transición entre las cimas de El Ripollés y los llanos de El Ampurdán. La primera parada es en Olot, su capital, que está en fiestas. Dejamos el coche en un aparcamiento cercano a la Calle del Hospici, donde se encuentra la Oficina de Turismo, y vamos caminando hasta la Plaza Mayor. Las fachadas están engalanadas. Comemos en la terraza acristalada de un restaurante en la misma plaza con toldo y plásticos en el techo. Según está el cielo, se va a poner a llover de un momento a otro.
Terminamos sin que haya caído una gota y comenzamos la visita, pero enseguida tenemos que sacar los paraguas.
Pasamos frente a la Iglesia de Sant Esteve y, frente a su puerta lateral en la Plaza de la Iglesia, iniciamos una muy resumida ruta del modernismo y es que en Olot este estilo tuvo una gran influencia sobre la arquitectura urbana.



Frente a la puerta lateral de la iglesia, destaca la Casa Gaietá Vila, de 1901, con clara influencia medieval reflejada en las almenas que coronan el edificio. De alegres colores rojo, verde y blanco.
Seguimos por la Calle del Escultor Miquel Blay, una elegante avenida arbolada, hasta llegar a la Casa Solá Morales, el edificio modernista más importante de la ciudad, con su señorial fachada de perfectos esgrafiados y su galería superior con 12 columnas decoradas. Tiene un precioso mirador sobre el portal de entrada y dos bellas cariátides a pie de calle.
A su lado, la Casa Riera, con decoraciones florales y otros detalles modernistas en su fachada, pierde brillo en contraste con la fantástica Casa Solá Morales.
Nos alejamos del paseo hasta poder verlo en perspectiva, desde un alto, con la Iglesia al fondo. Una bonita imágen.
Cada vez llueve más y el paseo se va haciendo incómodo. Esto no tiene mucho aspecto de amainar, por lo que decidimos ponernos en marcha a ver si acercándonos a Gerona dejamos atrás los nubarrones.


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