New York, New York

Cuando llegamos a Nueva York ya es de noche. Desde la distancia vemos la silueta iluminada de la isla de Manhattan tras las negras aguas del río Hudson, una bonita estampa.
El autobús nos lleva hasta el mismo hotel en el que descansamos la primera noche, el Marriott East Side y, tras repartir las habitaciones y dejar el equipaje, nos desligamos del grupo para, al fin ya solos y libres, caminar hasta Times Square ansiosos por descubrir la ciudad que durante tiempo ha estado en la lista de los lugares que deseábamos visitar.
Por la calle 49 atravesamos Park Avenue y Madison Avenue hasta llegar a la ¡Quinta Avenida! Aún no creemos que la estemos pisando pero aquí estamos. Tiempo tendremos los próximos días de recorrerla. Ahora queremos llegar hasta el restaurante seleccionado para cenar, en pleno Times Square. Entre la Quinta y la Sexta pasamos por el Rockefeller Center. Son 19 los edificios que lo componen, pero las luces nos llevan hasta su corazón, en Rockefeller Plaza, donde todavía está abierta la pista de patinaje sobre hielo que instalaron en invierno. Pronto la sustituirán por un restaurante al aire libre, pero por ahora todavía pueden disfrutarla los patinadores. Es viernes por la noche y hace una temperatura muy agradable. La plaza está muy animada. En uno de los lados llama la atención la estatua dorada e iluminada del titán Prometeo, que regala el fuego a la humanidad, junto a una fuente. La estatua data de 1933, pesa ocho toneladas y mide seis metros.
Detrás de la estatua, entre ésta y el edificio principal y más alto del complejo, donde se encuentra el mirador TOR (Top of the Rock), y que visitaremos más adelante junto al grupo, instalan el famosísimo árbol de Navidad. Junto a la plaza podemos ver los Channel Gardens, preciosos jardines de flores, plantas y esculturas vegetales.
Muy cerca de aquí y camino de Times Square, pasamos frente al también conocido Radio City Music Hall (1260 de la Sexta Avenida entre las calles 50 y 51). Es el teatro más importante de Estados Unidos, con capacidad para casi 6.000 personas, y uno de los más conocidos del mundo, inaugurado en 1932.
Al acercarnos a la Séptima Avenida el resplandor del neón guía nuestros pasos hasta el cruce con Brodway street. Al fin estamos en Times Square. Es increíble la concentración de anuncios luminosos que hay aquí así como la cantidad de gente que llena la plaza. Nos asombran imposibles limusinas a cual más larga. La plaza entera es un espectáculo que merece la pena contemplar.
Buscamos el original restaurante en el que vamos a cenar, el Bubba Gamp, inspirado en la película de Forrest Gamp. Hay gente esperando para cenar y nos ponemos en lista de espera. Como nos dicen que aún tardaremos una media hora, hacemos tiempo dando un paseo. Más tarde volvemos y nos llaman enseguida. El lugar es peculiar, con suelos, paredes y techo de madera, del que cuelgan bombillitas. En cada mesa hay unos carteles en forma de placas de matrícula. El azul, con el mensaje “Run, Forrest, run” es para indicar que no necesitamos nada. El rojo, con el mensaje “Stop, Forrest, stop” es para indicar que necesitamos que venga un camarero. Nos atiende una chiquita muy simpática con rasgos orientales. Tomamos un variado de gambas preparadas de diferentes formas con patatas fritas y unos aritos de cebolla con varias salsas, además de dos super Pepsis (qué difícil es encontrar aquí Coca cola) y pan de ajo.
Tras la cena, paseamos de nuevo hasta el hotel y en la Quinta Avenida, entre las calles 50 y 51, nos detenemos unos instantes frente a Saint Patrick Cathedral (Catedral de San Patricio), cuyas torres puntiagudas y góticas apuntan hacia el cielo oscuro, por encima de los altos y modernos rascacielos que la rodean.

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