Domingo de Fiesta en Zamarramala

Zamarramala es un barrio (antes pueblo) muy cercano a Segovia, a tan sólo 1 km. Se ve desde el Alcázar, por encima de la Veracruz, la iglesia octogonal cuya Historia entronca con los Templarios. Dejamos esta iglesia a la derecha al encaminarnos hacia el pueblo por la carretera que sale desde el barrio de San Marcos.


Cada año, el día 5 de febrero si cae en domingo, o el domingo siguiente en caso contrario, tiene lugar su fiesta de Santa Águeda, muy conocida como la fiesta en la que mandan las mujeres, esas alcaldesas ataviadas con las curiosas monteras y los trajes típicos de esta zona.
Se cuenta que desde 1227 tienen las mujeres zamarriegas este privilegio como recompensa por su ayuda a los reyes castellanos en la reconquista del Alcázar. Cuenta la Epopeya que estas mujeres, vestidas con sus mejores ropas, entraron en la fortaleza y empezaron a bailar. Su belleza y su gracia cautivó a los guardias, que abandonaron sus puestos para sumarse a la fiesta, situación que aprovecharon los hombres para la conquista.
Como recuerdo de aquella gesta se conservan las alabardas que acompañan a la procesión.
Son varios los días que dura esta fiesta, pero el día grande es el domingo. El programa se inicia a las 11:30 de la mañana cuando el cortejo procesional llega a la iglesia para recoger a la Santa y llevarla en procesión por las calles del pueblo. Las Aguederas llegan bailando jotas segovianas. No dejarán de bailar durante toda la procesión.


A la salida de la iglesia, ya con la Santa, marchan delante los porteadores de banderas y alabardas. Después las Aguederas, alegrando incansables el cortejo con sus jotas, seguidas por dulzaineros y tamborileros.


Detrás de los músicos, va Santa Águeda sobre los hombros de cuatro Aguederas. Seguidamente, tras la Santa, marchan las Alcaldesas, una a cada lado del Párroco.
El Traje de Alcaldesa, consta de:
  • La montera: El gorro de paño negro y curiosa forma, adornado con los doce botones que representan los doce apóstoles.
  • La toca, el velo blanco bajo la montera.
  • Grecas y cintas militares.
  • Adornos y joyas: cruces de oro y brillantes, rosarios y relicarios para proteger los pechos, el Cristo Tripero sobre el vientre, para proteger la fecundidad, anillos, pendientes, gargantillas, collares...
  • El bastón de mando, en la mano derecha, cedido por el alcalde de Segovia para simbolizar el traspaso de poder.
  • La bandeja de las peticiones, en la mano izquierda.
  • El jubón, la camisa de corchados, el manteo, que es la falda de terciopelo rojo con rayas negras, bajo la cual dos enaguas bien almidonadas le dan volumen.
  • Y los zapatos con hebillas de plata.


Durante la procesión, en el "Juego de banderas", las banderas son ondeadas enérgicamente para recordar a los sarracenos cómo les fueron arrebatadas en la reconquista del Alcázar.
En el Baile de las Alcaldesas éstas bailan en la plaza del pueblo que lleva su nombre (Plaza de las Alcaldesas).
La procesión termina regresando a la Santa a la Iglesia, donde tiene lugar la Santa Misa.


Tras la Misa, todos nos encaminamos hacia la Plaza de las Alcaldesas donde ya ha sido instalado el Pelele, que es un muñeco que representa todo lo que de machista tiene la sociedad.


Frente a él, en la tribuna, se situán las Alcaldesas y los que van a ser nombrados. En 2008 los nombramientos son:
  • Ome Bueno e leal - UNICEF España, por su labor humanitaria en favor de los derechos de la infancia
  • Matahombres de Oro - D. José Luis Concepción, presidente del Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León, para reclamar que el Poder Judicial sea eficaz en la protección de las mujeres.
En la foto, de izquierda a derecha: D. José Luis Concepción, una de las alcaldesas, Concha García Campoy, que ejerció de pregonera, y el representante de Unicef.


Después del pregón resuenan los Vivas a Santa Águeda y a Zamarramala en la Plaza. Las Aguederas hacen corro alrededor del Pelele. Las Alcaldesas prenden la mecha y el muñeco comienza a arder.


Tras la quema, la fiesta sigue por las calles del pueblo donde hay puestos en los que probar "la tajá" de chorizo cocido al vino y otras delicias de la tierra, nada ligeras, pero exquisitas y reconstituyentes.

¡Viva Santa Águeda!
¡Viva Zamarramala!

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