Hotel My Place - Londres



INFORMACIÓN RELACIONADA:

PREPARATIVOS y CONSEJOS ÚTILES antes de ir.

DESCRIPCIÓN DEL VIAJE una vez realizado.


1-3 Trebovir Road>
London, SW5 9LS, United Kingdom

En cuanto a las estrellas, según la clasificación española pienso que aún se queda un poco corto para ponerle 3.


LO MEJOR:

  • COMUNICACIONES: Este hotelito está en la calle Trebovir Road, muy muy cerca del metro de Earl's Court, a un minuto o dos (no más) andando. Desde esta estación de metro es fácil la comunicación a cualquier parte de Londres.

  • EL ENTORNO: Otra cosa buena que tiene es que, si bien la calle en la que está situado es muy tranquila, justo al lado está Earl's Court Road, una calle con mucha vida, tiendas, restaurantes, gente... etc. Algunas de estas tiendas están abiertas 24 horas, lo que resulta muy útil si se quiere comprar algo para tomar en el hotel. Además, vuelvas a la hora que vuelvas al hotel, siempre se ve gente por allí, lo que da sensación de seguridad.
  • CLIMATIZACIÓN: Está muy bien para invierno. Había un radiador bastante grande en la habitación y no pasamos nada de frío en enero, a pesar de que lo tuvimos cerrado la mayor parte del tiempo, ya que la primera noche lo abrimos y hacía demasiado calor.

LO PEOR:

  • INSTALACIONES: Necesita una reforma a fondo. Las instalaciones son antiguas. Por ejemplo, las ventanas son de madera de éstas que están partidas por la mitad, y se baja para abrirla y se sube para cerrarla. El segundo día, al marcharnos, la
    dejamos bajada para que se ventilara la habitación. Cuando volvimos por la noche, habían corrido la cortina pero la ventana seguía bajada y, al intentar subirla, entendí por qué. No había manera. Con mucho esfuerzo conseguí cerrarla bastante, aunque no del todo, y así se quedó el resto de los días. Mejor no tocarla más.
    Otro ejemplo: han ido chapuceando con las necesidades de luz, y hay cables a la vista en la pared, ladrones en el suelo... etc.

  • LIMPIEZA: Parece que hace tiempo que no se hace una limpieza general en condiciones, y buena falta les hace a los azulejos y a las cortinas de la bañera. La moqueta, mejor mirarla sin gafas. Por lo demás, haciendo la vista gorda, los sanitarios están limpios y se pueden utilizar sin problemas.
LO DEMÁS:

  • LAS CAMAS: Nos dieron una habitación con 2 camas. Tenían 1 metro de ancha cada una. Resultaban bastante cómodas y dormimos como lirones. Por ese lado, bien. En cada cama había 2 almohadas.
  • LA PLANCHA: Había plancha y tabla de planchar, aunque no lo utilizamos.
  • LA NEVERA: Había una neverita pequeña dentro del mueble en el que estaba el televisor. Algunas noches la desconectábamos, porque a veces hacía ruido.
  • LA TELEVISIÓN: Era una televisión normal, tipo antigua. Apenas la pusimos, ya que no tenía canales internacionales, sólo ingleses.
  • LA TRANQUILIDAD: El hotel era muy tranquilo. Apenas te encontrabas gente por los pasillos ni en el ascensor.
  • LA ATENCIÓN: Las personas de recepción resultaron ser bastante amables las pocas ocasiones que tuvimos que tratar con ellas.
  • EL PAGO: El pago tuvimos que hacerlo a la llegada al hotel, contrariamente a la costumbre española de pagar cuando te marchas.
  • EL DESAYUNO: Estaba incluído en el precio. Es sencillo pero suficiente. Café o té. Lo pides y te lo llevan a la mesa. También te hacen en el momento y te llevan a la mesa unas tostadas. El autoservicio tiene fiambre: jamón york y queso, zumo de naranja (no natural), huevos cocidos, mermeladas, yogur, leche fría y cereales. Creo que no se me olvida nada.
EN RESÚMEN:
Para los 90 € por día que aproximadamente nos costó, es un robo si lo comparamos con lo que podríamos haber obtenido por ese precio en España, pero está claro que esa no es la comparación correcta. El tema es: por ese precio y en esas fechas, ¿podríamos haber encontrado algo mejor en Londres?
Como siempre, es cuestión de buscar y, ante la duda... más vale lo malo conocido... A fin de cuentas, el sitio es aceptable para el que desee un lugar tranquilo, bien comunicado, con baño individual en la habitación, y no quiera pagar más por un hotel de mayor categoría.

Más fotos de la habitación. Al fondo hay un armarito pequeño, que es el único en la habitación y sólo tiene una barra con perchas. Ni una balda. Lo que se ve junto al armario es un ventilador de aspas.


La plancha y la tabla de planchar están a la vista, colgadas en la pared junto a la puerta de entrada.




La puerta blanca es la de entrada al baño. El secador también está a la vista, colgado en la pared, junto a la cama, aunque no lo utilicé. Llevaba el mío.
La nevera está dentro del mueble que hay bajo el televisor.


5 DÍAS EN LONDRES


INFORMACIÓN RELACIONADA:
PREPARATIVOS del viaje y CONSEJOS útiles antes de ir.
Hotel MY PLACE, en Earl's Court.


ITINERARIO:
Detalle pormenorizado de 5 días de viaje, en enero de 2008


Sábado - Llegada y primer día

Llegamos al aeropuerto de Gatwick, terminal Sur, a las 9 de la mañana. Afortunadamente el avión es puntual y el equipaje tarda poco en salir, por lo que pronto
podemos ir en dirección al Gatwick Express, la forma más rápida de llegar desde allí al centro de Londres, a Victoria Station. La ida hacia los trenes está bien señalizada y encontramos los andenes con facilidad. Ya habíamos comprado el billete con antelación por internet, aprovechando el 10% de descuento de Easyjet, por lo que vamos al tren directamente. Si no lo hubiéramos comprado con antelación desde casa, podríamos haberlo comprado en el avión. También una vez dentro del tren. Todo son facilidades.
El tren sale del andén a la hora en punto, ni un segundo más tarde. Exquisita puntualidad británica, que se agradece, ansiando dejar las maletas en el hotel cuanto antes y empezar la aventura. El trayecto hasta Victoria Station es de 30 minutos bastante entretenidos mirando por la ventanilla las filas de casitas de ladrillo, iguales unas a otras, y los jardinillos entre ellas, verdes brillantes por el sol que nos da la bienvenida, un sol de enero que por suerte nos acompañará durante todos los días de nuestra estancia.
En Victoria Station sacamos la Travelcard para el resto del día y enlazamos con
el metro que nos lleva hasta el hotel. Nos dan la habitación al llegar, dejamos las maletas y salimos de nuevo enseguida. Es sábado y hay que aprovechar para ir al mercado de Portobello. Cogemos el metro hasta Ladbroke Grove y buscamos Portobello Road, muy cerca. Al aproximarnos se va viendo cada vez más gente. La calle está llena de puestos que, junto con las tiendas abiertas a los lados y la gente que camina entre ellos, forma un conglomerado curioso e interesante.
En un extremo hay trastos varios, como los retales de una herencia. No se sabe bien
quién los vende ni quién los querría comprar, pero ahí están, esperando que alguien se interese por ellos. Después siguen los puestos de frutas y verduras. Intercalados entre ellos, puestos de comida: hot dogs, crepes, comida china, india... hasta paella valenciana que, por cierto, tenía bastante buena pinta, aunque no la probamos. Comemos sobre la marcha, sin dejar de observar el fluir de la gente y los distintos artículos expuestos. Pashminas, muñecos, imanes para la nevera, cuadros con motivos de la ciudad... Después llegan las tiendas de antiguedades, las de cuentas de cristal, los puestos de ropa y objetos varios. Dos músicos amenizan el paseo animando el fluir del gentío.
Recorremos toda la calle hasta llegar al metro de Notting Hill Gate, desde donde nos dirigimos hacia Kensington Gardens, en la parada de Lancaster Gate, la más próxima a la estatua de Peter Pan, que queremos
visitar.
No hay mucha gente en el parque, se respira tranquilidad. Un hombre junto al lago echa pan a las aves, que se acercan sin miedo. Sorprende que haya tantas y de muchas distintas especies. Patos, palomas, gaviotas, cisnes...
En el parque hay planos que indican dónde te encuentras y la forma de llegar a los diferentes puntos de interés. Encontramos pronto la estatua de Peter Pan, el niño eterno anclado en la infancia, ajeno a los que se acercan, acompañado por las figurillas que, bajo sus pies, le acompañan.
Seguimos andando junto al lago hasta que vemos las
indicaciones para ir a la Diana, Princess of Wales Memorial Fountain, una fuente circular de granito blanco en memoria de Diana de Gales. Está colocada en pendiente, sobre la hierba, en un contraste de ambos colores, blanco y verde. El agua surge desde la parte más alta fluyendo por ambos lados, en los que hay formas labradas en la piedra, formando pequeñas cascadas.Seguimos cruzando el parque hacia el sur, hasta llegar al Albert Memorial, mucho más sofisticado y aparatoso que el de Diana. Y, justo enfrente, el impresionante Royal Albert Hall. Desde el 6 de enero están representando el nuevo espectáculo del Cirque du Soleil, Varekai. Preguntamos si hay entradas, pero no queda ni una para la función de esa tarde-noche. Habrá que esperar a que llegue a Madrid.
Callejeamos por la zona de calles muy tranquilas con casitas, algunas con jardín. No hay

tiendas ni apenas gente. Parece mentira que estemos en el centro de Londres. La cosa cambia al acercarnos a Harrods. Dentro de los almacenes, el bullicio y el gentío se torna insoportable en algunas zonas y lo recorremos despacio por fuerza, ya que en ocasiones apenas se puede avanzar.
Paseamos por las tiendas alrededor de Harrods hasta que nos cansamos y decidimos ir a Marble Arch en autobús. No vemos bien el Arco, ya que es de noche y no está iluminado. Allí cerca cogemos el bus 15. Subimos al piso de arriba y vamos viendo el panorama. El autobús recorre Oxford Street, Regent's Street, Piccadilly Circus, Charing Cross, Trafalgar Square... bajamos junto al Lyceum Theatre para sacar las entradas del musical, The Lyon King, que queremos ver el martes. Después nos acercamos hasta Covent Garden y, desde allí, regresamos al hotel. Ha sido un día muy largo y hay que recargar energías.


Domingo - Segundo día

Es día de visitar Camden Town pero antes queremos pasear por Little Venice. Es un día
perfecto para ello, ya que aunque hace fresquito, brilla hoy también el sol. El primer destino es la estación de metro de Warwick Avenue. Desde ahí callejeamos buscando el Canal hasta encontrarlo. Después continuamos a su margen, sin dejarlo hasta llegar a Camden Lock. En algunos tramos hay barquitas a los dos lados del canal. En otros tramos no hay ninguna. Es como una ciudad dormida, no se oye ni un ruido. Y es que es domingo temprano y los habitantes de las casas-barco (si los hay) deben de estar durmiendo aún.
Junto al Canal la gente pasea, como nosotras, otros hacen deporte, corriendo o en bicicleta. El jardín de algunas casas, auténticas mansiones, llega hasta el agua. Otras casitas más modestas tienen un pequeño embarcadero en el que espera una barquita para recorrer el Canal. Es muy bonito este paseo, sobre todo con buen

tiempo como el que disfrutamos. Es un gusto tener este sol aunque las manos se quedan heladas cuando nos quitamos los guantes para hacer fotos.
Más adelante el Canal pasa por el Zoo de Londres. A la derecha vemos el recinto de las hienas y, a la izquierda, el aviario. Y unos metros después, aparece de pronto una enorme barcaza china de color rojo, multiplicada por dos al reflejarse en el agua. Por un momento olvido dónde estoy. ¿De verdad esto es Londres?
No queda la menor duda al llegar a Camden Lock y Camden Market. Nos movemos en el laberinto de calles de un puesto a otro. Entramos en una tienda de máscaras tipo venecianas, a cual más bonita. Compramos un brownie artesanal delicioso y recorremos los puestos y las calles laberínticas sin dejar de asombrarnos por los espacios, la gente, los artículos, las tiendas... Esto es epecial. Más tarde compramos comida china en uno de los puestos y nos sentamos en unas mesitas al aire libre en cuanto queda un hueco. Las palomas, alrededor, se disputan los pocos restos de comida que caen al suelo.
Visto Camden Town, decidimos ir al museo de cera de Madame Tussauds. Este museo es muy caro, 25 libras por persona, aunque bastante entretenido. Gracias al cupón 2x1 (Ver Preparativos) nos salió a mitad de precio. Ahí sí que nos pidieron billete de tren. Presentamos el del Gatwick Express. En época de mucha afluencia de visitantes creo que se forman largas colas para sacar la entrada, pero no fue el caso, apenas tuvimos que esperar para entrar. Donde si hay que esperar es para hacerse fotografías con los famosos, ya que todo el mundo quiere fotografiarse con los mismos. Hay que armarse de paciencia y encontrar el hueco para meterse antes de que otro lo ocupe. Algunas figuras están realmente conseguidas. Otras, algo menos, se dan un ligero aire con el original pero el parecido no es tan asombroso. De todas formas, es divertido y original. La duración de la visita aquí puede calcularse entre dos o tres horas. Al final hay una peliculita que proyectan sobre un techo esférico, como si fuera un planetario. Y ya es la despedida.
A la salida del museo de cera decidimos ir un rato al hotel a descansar. Es el segundo día, hemos estado casi todo el tiempo andando o de pie y aún tenemos pendiente la visita a la exposición 'The first emperor' en el British Museum, a las 20:30. Hay que recargar las pilas de tanto en tanto.
Sobre las 20:00 estamos puntuales en el British Museum. A esa hora el museo ya está cerrado y sólo permiten el acceso a los asistentes a la exposición temporal. Con poquita gente podemos contemplar tranquilamente el hall y su techo de cristal y acero. En la exposición comienzan con un video en el que relatan cómo el gobernante Ying Zheng se erigió en emperador de China y, según él, también del universo (más quisiera), después de ir conquistando los distintos estados, gracias a una técnica armamentística y militar muy avanzada para la época. Este emperador quería gobernar eternamente y, durante su vida, probó muchos remedios para prolongarla pero no debía estar muy seguro de que funcionaran, ya que por otro lado dedicó más de 30 años a preparar su palacio funerario, desde el que pensaba que podría gobernar para siempre. Desde hace más de 2.000 años unos 7.000 soldados de terracota le han estado haciendo guardia hasta que en 1974 fueron descubiertos. Dicen que la tumba del emperador aún no ha sido encontrada y que por ella corren ríos de mercurio...
La exposición es una pequeña muestra de ese ejército que acompañó al emperador. Unos cuantos soldados y unos cuantos objetos. A pesar de parecer pequeña, en algún sitio leí que es la vez que más objetos ha permitido sacar juntos el gobierno chino.
Desde el British volvemos al hotel, que va siendo hora de cenar y recogerse y mañana nos espera otro día duro.


Lunes - Tercer día

El primer destino es Piccadilly Circus para ver la plaza de día, que ya la habíamos visto de noche desde el bus 15. Desde la plaza tomamos la Piccadilly Street y la recorremos observando los edificios y los escaparates. Nos entretenemos en los de Fortnum & Mason, espectaculares, con la comida colocada como auténticas joyas. No entramos en los almacenes para no entretenernos y poder coger buen sitio para el cambio de guardia en Buckingham Palace. En invierno no tiene lugar todos los días. Al planificar la ruta es interesante confirmar los días programados en http://www.changing-the-guard.com/sched.htm.
Dejamos atrás la Caviar House y el hotel Ritz y llegamos a Saint James Park. Nos internamos en el parque para cruzarlo en dirección al Buckingham Palace. Vemos más gente caminando en esa dirección, y eso que aún queda una hora para las 11:30. Cuando llegamos a la verja la parte central ya está ocupada y nos situamos en primera fila frente a una de las dos casetas, donde el guardia espera su relevo. Para coger un buen sitio, desde el que poder tomar fotos y ver la ceremonia con comodidad, hay que llegar una hora o tres cuartos antes. La vez anterior que estuve en Londres fuimos con menos tiempo y no pudimos ver nada. La Ceremonia del Cambio de Guardia me parece excesivamente larga y aparatosa. Probablemente cada movimiento tiene su significado, pero sin conocerlo, es difícil adivinarlo. Hay dos soldaditos con gorras de plato negras que hacen guardia en cada una de las garitas a la entrada del palacio. Estos soldados no están completamente quietos. Periódicamente se mueven conforme a un ritual establecido de pasos y movimientos, probablemente para no quedarse entumecidos y congelados. En un momento dado empiezan a llegar montones de soldaditos parecidos, vistiendo el mismo traje, unos con gorra de plato negra también y otros con gorra de plato roja. Además de estos, vienen otros que llevan el gorro grande y negro de piel de oso. Esos son los de la banda, que tocan poniendo música al evento. Luego están también los mandos, que vocean muchísimo. Van, vienen, tornan... Forman, andan, se paran, presentan armas, vuelven a andar... Y así bastante tiempo hasta que finalmente dos soldados de gorra de plato roja relevan a los dos de gorra negra que estaban cuando llegamos. Luego se marcharán todos al son de la música, igual que han llegado, y se quedarán los nuevos hasta el próximo relevo, pero esto ya es imaginar, porque teníamos los pies tan helados que pasamos de ver el resto. Eso que nos agradecerían los de la segunda fila, que les dejamos el hueco calentito.
Y, para muestra, un botón. Un trocito de la ceremonia tomado en vivo y en directo:



Desde allí paseamos un poquito por The Mall y luego cruzamos el parque en dirección a Birdcage Walk. Había muchas aves en el agua, incluso una pareja de pelícanos, y un par de ardillas bajaron desde el árbol a coger unos cacahuetes que les ofrecían. Desde la esquina del parque vimos los edificios de la abadía de Westminster y las Casas del Parlamento y nos acercamos hasta allí. Vimos el Big Ben por primera vez en este viaje, cruzamos el puente sobre el Támesis para ver el conjunto en perspectiva y también localizamos el London Eye. No quisimos entretenernos más en esta zona ya que íbamos a regresar el día siguiente.
Volvimos sobre nuestros pasos y pronto llegamos a las Caballerizas de la Guardia Real. Dos guardias a caballo y uno a pie estaban frente a la entrada y se les podía fotografiar sin problemas. Eso sí, por seguridad, mejor no acercarse demasiado a los caballos que, como decía un cartel, pueden cocear o morder. El que avisa no es traidor...
Seguimos andando por Whitehall dejando a un lado el Cenotafio. No pudimos acercarnos a Downing Street porque había una manifestación de paquistaníes frente a la casa del Primer Ministro. Vamos a dar a Admiratly Arch, junto a Trafalgar Square, donde vuelve a impresionarme el tamaño de los cuatro leones que rodean a Nelson. Y, al fondo de la plaza, la National Gallery es un buen sitio para utilizar el Toilet y ver rápidamente Los Girasoles de Van Gogh, muy cerca de la entrada.
Desde ahí, Chinatown está a un paso, en Gerrard Street. La calle, llena de restaurantes chinos, es un buen sitio para comer. Buscamos uno con buffet, para poder probar varias cosas. Los escaparates están adornados y hay banderines que le dan un aire festivo al barrio. Después nos enteramos de que a principios de febrero es el año nuevo chino. El año de la rata.
La siguiente visita es al British Museum. Conviene llevar un recorrido preparado para ir a tiro hecho y no encontrarse sin saber dónde ir. Yo llevaba uno que encontré en esta página:
http://www.minube.com/rincon/302 y que me pareció que incluía lo imprescindible para una visita no demasiado extensa. No pudimos visitar el mausoleo de Halicarnaso, por estar cerrada la sala, pero sí que vimos prácticamente todo el resto, además del Monumento de las Nereidas, impresionante.
Descansamos otro rato en el hotel antes de concluir el día con la visita a la Torre de Londres, para la Ceremonia de las llaves. A las 21:30 en punto nos recoge un beefeater junto a la entrada principal a la Torre. Es de noche y somos un grupo de tan sólo seis personas. Hace meses que pedí las invitaciones por correo y las recibí en mi domicilio (ver
preparativos). Traspasamos la primera de las puertas y el beefeater nos cuenta que antiguamente el agua del río llenaba el foso que hoy está seco y cubierto de hierba. Traspasamos una segunda puerta de entrada a la fortaleza. Es un privilegio poder observar las torres de piedra en silencio, en la oscuridad atenuada por las farolas. Siglos de historia nos contemplan en la noche. Más de 700 años hace que esta misma ceremonia se repite sobre estos adoquines. Sólo una vez, durante la guerra, tuvieron que retrasarla debido a un bombardeo.
A las diez menos siete minutos el Chief Yeoman Warder sale de la torre Byward vestido con su abrigo rojo y su gorro Tudor. En una mano lleva un candil y, en la otra, las llaves de la Reina. La guardia real le escolta mientras cierra las puertas. Una vez cerradas, se dirige hacia la Puerta de los Traidores, Traitor's Gate, por donde traían a los prisioneros en barcas desde el río. En la sombra, junto a la Torre Sangrienta, Bloody Tower, un centinela espera.
- Halt, who comes there? (¡Alto! ¿quién viene aquí?), grita el centinela.
- The Keys! (Las llaves), contesta el Chief Yeoman Warder.
- Whose keys? (¿las llaves de quién?)
- Queen Elizabeth's keys (Las llaves de la reina Isabel)
- Pass Queen Elizabeth's keys (que pasen las llaves de la reina Isabel) and all's well ( y todo está bien).
El beefeater junto con su escolta pasan bajo el arco de la torre sangrienta y suben las escaleras que hay a continuación. Todos se detienen y el beefeater exclama: God preserve Queen Elizabeth! (Dios salve a la reina Isabel). La Guardia responde "Amen" en el mismo instante en que el reloj da las diez y suena la corneta.
Me encanta esta forma de preservar y enorgullecerse de las tradiciones.


Martes - Cuarto día

A las 9:30 hay que estar en el London Eye, ya que tenemos entradas para las 10:00. Sacándolas desde casa por internet hemos conseguido algo de descuento (Ver
preparativos del viaje). Hay poca gente y antes de esa hora entramos en la cápsula en la que daremos la vuelta completa en una media hora. El día está despejado y desde lo alto se ve gran parte de la ciudad. La vista es impresionante sobre el Big Ben y las casas del Parlamento. Siguiendo la guía que se puede comprar en la entrada se identifican diferentes edificios y monumentos en los cuatro puntos cardinales.
Al terminar nos dirigimos hacia la Abadía de Westminster para visitar el interior esta vez. Con el cupón 2x1 correspondiente volvemos a entrar a mitad de precio y aquí ni siquiera nos piden billete de tren ni Travelcard. Creo recordar que el precio de la entrada es de 10 libras, las mismas que nos ahorramos con el cupón. Es muy interesante coger la audioguía y hacer el recorrido que te va indicando mientras escuchas las explicaciones de los puntos más interesantes. Esta Abadía está muy unida a la realeza y es aquí donde han tenido lugar los grandes acontecimientos: coronaciones, bodas, funerales... también es lugar de entierro de muchos personajes ilustres, no sólo miembros de la Casa Real, sino también escritores y artistas. Interesante el Rincón de los Poetas, donde prestando atención a los nombres grabados en las lápidas se descubren muchos conocidos, también en el resto de la Abadía. Se puede recorrer el claustro y, desde allí, internarse en la zona donde tienen sus vivienda algunos reverendos o personal que allí trabaja, un pequeño patio vallado con una fuentecilla en su centro, rodeado por un pasillo de puertecitas de entrada al edificio. Aparte del sonido del agua no se escucha ningún otro ruido, el tiempo parece haberse detenido aquí.
La visita a la Abadía es mucho más entretenida de lo que en principio había pensado.
Desde la Abadía bajamos al embarcadero junto al río y cogemos un barquito de la compañía City Cruises que nos lleva hasta la Torre de Londres. Aprovechamos otro cupón 2x1 y ahorramos otras 6 libras, que buenas son. Desde el río observamos los edificios y monumentos en las dos orillas mientras nos aproximamos a la Torre. Al lado de ésta el Tower Bridge (Puente de la Torre) se alza majestuoso, como guardián impasible de la Historia.
La Torre de Londres no es una sola torre, sino muchas torres amuralladas, una ciudad medieval donde de nuevo el tiempo parece haberse detenido. Volvemos a utilizar un cupón 2x1 y ahorramos las 16 libras de una de las entradas, sin que nos pidan billete de tren ni Travelcard. La llegada nos resulta familiar. Es el lugar en el que asistimos a la Ceremonia de las Llaves aunque ahora, sin las sombras nocturnas, el lugar impresiona algo menos. Con todo y con ello, no deja de tener mucho encanto. Cogemos también la audioguía (muy recomendable) y hacemos la visita siguiendo el recorrido que indica, deteniéndonos donde la explicación requiere prestar más atención al lugar, escuchando historias antiguas y estremecedoras. Hay poca gente, lo que nos permite hacer la visita a nuestro ritmo. Dejamos para el final las Joyas de la Corona, donde principalmente pueden verse las coronas y cetros de los distintos reyes. También hay una colección de objetos de oro. La exposición está en lo que sería una gran cámara acorazada, con gruesas e infranqueables puertas de seguridad. Los diamantes y piedras preciosas de las joyas iluminadas refulgen en la semipenumbra de las salas. Impresionante.
Apuramos la visita hasta la hora del cierre. Al final devolvemos la audioguía en el punto donde la habíamos cogido, próximo a la puerta de entrada, y salimos al exterior, regresando de nuevo al futuro.
Desde la Torre de Londres fuimos hacie el Golden Hinde. El hallazgo inesperado es la Catedral de Southwark (Southwark Cathedral), nada más bajar del autobús. El edificio se alza imponente, llamando la atención desde fuera con sus bonitas vidrieras y su poderosa estructura. Bordeándola, nos topamos con la entrada, abierta, y decidimos pasar al interior. Dentro unas pocas personas se recogen en la oración. Junto al altar, las voces del coro se alzan claras hasta las bóvedas, llenando el espacio, contrastando los agudos de los niños con los tonos más altos de los adultos en una persecución de notas musicales que acaban por encontrarse y perderse en las alturas. Hay que cerrar los ojos para absorberlas y recrearse en ellas hasta que llega, inevitablemente, el silencio.
Entonces salimos de la Catedral y llegamos al fin al Golden Hinde, una reproducción fiel del barco de Sir Francis Drake, varado entre las casas, como fuera de contexto, con sus mástiles desnudos, como los cuervos de la Torre de Londres, que les recortan las alas para que no puedan volar, porque cuenta la leyenda que el día que la abandonen, caerá la Torre y, con ella, la monarquía. Así parecen esos mástiles sin velas en el barco pirata, alas recortadas que le impiden unirse al río y, desde el Támesis, llegar al mar y surcar los océanos como su gemelo hizo hace siglos.
Durante el día se puede visitar el interior del barco, pero ahora es de noche y está cerrado.
Caminamos hacia el Puente del Milenio (Millennium Bridge). Por el camino las callejuelas entre edificios de ladrillo y los pubs recrean el ambiente pirata de la época. La noche acompaña. Pasamos frente al Shakespeare's Globe Theatre, una reproducción del teatro donde se realizaron las primeras representaciones de las obras de Shakespeare. La fachada blanca, iluminada, destaca sobre el cielo nocturno. Enseguida encontramos el puente peatonal, obra de Norman Foster, que cruzamos con la enorme cúpula de Saint Paul's Cathedral enfrente.
El día ha sido largo y emocionante, pero aún queda el musical, de lo más apetecible. Veremos The Lion King (El Rey León), en el Lyceum Theatre, en 21 Wellington street, muy cerca de Covent Garden. Empieza a las 19:30 pero sobre las 19:00 la gente ya va entrando, también nosotras. Nos acomodamos en nuestras localidades, deseando relajarnos un poco tras el tute del día. Tenemos muy buenas entradas, bastante centradas en la fila N. El escenario está cubierto con un telón con motivos africanos en naranjas, rojos y granates, los mismos colores del teatro. Bajo el escenario se puede ver el foso, lleno de instrumentos de la orquesta. En los dos palcos del primer piso, los más próximos a ambos lados del escenario, hay muchos tambores que después sonarán incesantemente durante la representación. Pensé que un martes de enero el teatro estaría medio vacío, pero no es así. Hicimos bien en coger las entradas hace unos días, sin esperar al último momento. Justo antes de empezar, el patio de butacas está prácticamente lleno. No veo si es igual en los pisos superiores.
Las luces se apagan, todos permanecemos expectantes a ver qué sucede. De pronto, el canto del mono rompe el silencio en el amanecer mientras el sol sale lentamente. A medida que con su luz todo lo ilumina los diferentes animales van llenando la escena en un baile de sonidos, cánticos, colores y movimiento. La magia se ha apoderado del escenario y también de los espectadores, que disfrutamos cada nota, cada detalle. En lo alto los reyes león y leona aparecen llevando a su hijo en los brazos y lo presentan a su reino. Es Simba, el pequeño príncipe, protagonista de la historia que nos cautivará durante las siguientes casi tres horas. Y aquí, un regalito encontrado en Youtube, para abrir boca:







La duración del espectáculo es exactamente de 2 horas y 50 minutos, con un descanso hacia la mitad. No se hace en absoluto largo. La anécdota del día fue que nos dejamos una mochila en el teatro y tuvimos que volver a por ella. Cuando nos dimos cuenta había transcurrido casi media hora y, con lo que empleamos en volver, cuando llegamos el teatro estaba cerrado. Fuimos rodeando el edificio hasta encontrar una puertecita que ponía 'Stage door', y dio la casualidad de que salía un chico por ella, quizá uno de los actores. Le contamos lo sucedido y llamó a un timbre junto a la puerta. Volvimos a contar lo mismo a la persona que abrió y allí tenía la mochila. ¡Menos mal!


Miércoles - Quinto día y regreso

Aprovechamos la mañana para hacer algunas compras por la zona más comercial. En Piccadilly Circus entramos en Lillywhites, la famosa tienda de deportes, que aún estaban de rebajas. Desde allí subimos paseando por Regent's Street hasta Oxford Street. Por el camino entramos en la zona de tiendas de Carnaby Street y después hicimos un alto en Liberty, un fabuloso edificio, todo él en madera, incluidos los ascensores. Los artículos son bastante caros, pero el interior del edficio bien merece una visita. Más adelante, entramos en Hamleys, una juguetería enorme.
Después enfilamos Oxford Street, llena de tiendecitas y grandes almacenes hasta que se nos hizo la hora de volver al hotel para coger las maletas e ir al aeropuerto. Desde allí, a Victoria Station, Gatwick Express hasta Gatwick y... ¡a casa!

Restaurante Narizotas - Segovia

Plaza Medina del Campo, 2 - 40001 Segovia

Este restaurante está en la que probablemente es la plaza más bonita de Segovia, la que está junto a la calle Real, con la estatua de Juan Bravo y unas escaleras que llevan hasta el museo Esteban Vicente.
Esta última vez tomamos "las manos", en lugar de cenar a la carta, para 8 personas tomamos 4 manos derechas y 4 manos izquierdas, todo a compartir, para poder probar un poquito de todo. Cada mano viene a ser un menú degustación, compuesto por varios entrantes, un platito de pescado, otro de carne, postre, cafés, copita de moscatel con pasas, pan y bebidas. La mano derecha es un menú fijo, detallado en la carta. La mano izquierda es un menú sin especificar, en el que te fías de lo que te pongan. La composición es muy similar a la otra mano. Los dos están muy ricos y con cualquiera de ellos se come o cena estupendamente.
El sitio es agradable y la calidad-precio, excelente. Salimos a algo menos de 35 € por persona (enero de 2008), que hoy en día ya hay que rebuscar para encontrar un buen menú, bien presentado y bien servido por ese precio.En resumen, que el sitio es muy recomendable. Aparte de las manos, también tienen carta normal y todo suele estar rico.
En verano sacan una terraza bastante grandecita en la plaza y, cuando hace bueno, es una delicia cenar allí, en un marco único y precioso. Una maravilla.



La fachada del restaurante: